domingo, 20 de marzo de 2016

loa al estado mental

Esos otros que pude ser yo, con sus quehaceres que podrían haber sido los míos, constatan la azarosa construcción del uno mismo, que es lo que es a consecuencia de los múltiples accidentes que suceden y, por lo mismo, le suceden. Como un plástico en el mar, va donde va aunque no quiera ir a ningún sitio. Necesariamente somos lo que la causalidad ha hecho que seamos, y nunca sabremos qué seríamos si nada hubiera afectado nuestra naturaleza esencial, aunque, a decir verdad, en ese caso sí sabemos lo que seriamos: nada. Eso tan cacareado y absurdamente anhelado y vendido y comprado... hen kai pan, uno con el todo.
Es decir, la vida rompe con la nada, azarosamente, y azarosamente vuelve hacia ella. Y la libertad es un sueño que pasa en el trayecto, un estado mental.

miércoles, 16 de marzo de 2016

el palco esférico más allá del cual se deviene profeta

En el otro lado de las novelas he visto que son numerosas las maneras que existen para acercarse a ese lugar que todo escritor busca con más o menos ahínco, que no es otro que el palco desde el que se dice que puede verse, de tanto en tanto, la verdad primera y esencial. Pero al desconocer cuál es ésta, nunca hubo escritor que lo alcanzara. Es lo que le diferencia del profeta, que no hace literatura sino religión. Es la diferencia entre libertad y necesidad, entre sorpresa y encuentro, y revelación y mensaje.
Pues bien, hay muchas maneras de acercarse a esos horizontes posibles de libertad y asalto, o al menos eso es lo que me muestran a mí formas tan dispares de narrar como las de Kafka, Racine, Proust, Joyce, Cervantes o tantos otros, todos diferentes, como puntos de una esfera que se va perfilando en torno a la verdad primera y esencial, puntos alejados entre sí pero a una misma distancia de un mismo centro.