No creo que escribir sea exorcizarse uno de demonios, ni dejarse guiar por una necesidad extraña venida de las propias entrañas. Tampoco creo que escribir sea seguir el dictado de algo trascendente e incognoscible, algo lejano hermanado con los dioses.
Los hombres no necesitaron la enfermedad ni el delirio para contarse historias, eso le restaría épica a la acción de escribir, de escribirse, porque se quiere.
sábado, 3 de enero de 2009
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