La musa de los escritores libres habita en lo alto de una montaña, y llegar a ella cuesta, sí, un esfuerzo. Por eso nos inventamos los atajos. En el fondo, es la manera de usurpar rutas que los dioses no hicieron para nosotros, que no estamos enfermos.
1 comentario:
y robarles el elixir, embriagarse y volver
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