domingo, 24 de enero de 2010

Oda a los libros

Los libros como ruta a la ascesis o a la locura. O como excelentes pasarelas con las que afrontar ese tedio que se avecina. O para hincar el diente del placer estético. O incluso para calzar esa mesa que cojea, o alzar el televisor a una altura razonable. Estos usos le he dado a los libros y otros que no confieso. O sí. Una vez, por ejemplo, los aforismos de Patanjali en tapa dura me sirvieron para romperle los dientes a un tipo que quiso robarme. Bueno, en realidad sólo le causaron desconcierto, el suficiente, sin embargo, para poder huir.
Los libros como el tiempo que cada uno cobija entre sus páginas, y el esfuerzo, desconocido para la mayoría, que costó poner una sola de sus comas. Por eso esta declaración de amor a un objeto inanimado. Por eso esta declaración de amor a un objeto con miles de almas.

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