viernes, 1 de octubre de 2010

Oda a Walt Whitman

Vivimos tiempos de glorificaciones vía internet, de combates virtuales, de disposiciones adicionales. Hemos santificado el contrato y condenado la honradez de la palabra. Ahora todo lleva el marchamo de la legalidad, o es el mismo diablo. Se nos sigue custodiando; le rogamos al Leviatán que fuera nuestro hermano mayor y lo hizo, y aún más, nos acogió como si fuera un padre o, todavía más, un Dios que no exigía más culto que alimentarnos de su maná.
Las nuevas tecnologías, y las no tan nuevas, han sido al mismo tiempo lo que nos ha hecho grandes y pequeños. Ahora sabemos que nos engañan, y eso está bien, pero también que lo seguirán haciendo mientras quieran. 
Y, sin embargo, "Nunca hubo más principio que ahora,/ Ni más juventud ni vejez que ahora,/ Ni habrá más perfección que ahora,/ Ni más infierno ni cielo que ahora" 

2 comentarios:

José L. Solé dijo...

Santificada sea nuestra alma contractual. Pronto nuestras venas tornaran cables, será el momento de hacernos pequeños y volver a las cavernas en busca del escondrijo de Leviatán para negociar con él nuestro próximo contrato vital... pero siempre nos quedará el derecho de finiquitar nuestra relación con la Máquina. Espero.-

festeig dijo...

Pues desde este nada atractivo AHORA habrá que ser consciente de la dirección que cada uno toma y como dice Krust siempre nos quedará el derecho y la libertad para acabar la relación.