martes, 7 de diciembre de 2010

ansia de mono al volante

Dicen que lo que no sucede pero podía haber sucedido va haciendo su trabajo en una realidad inexistente que, un día u otro, se manifiesta. Y lo hace como venida de ningún sitio y nos obliga a preguntarnos cómo ha sido posible que un acontecimiento tal haya aparecido sin que nada hiciera prever su llegada. Lo digo porque parece que esta porción de la historia a la que pertenecemos esté pidiendo a gritos un cisne negro que ponga un rumbo, inequívoco, obligado, el único que nos permita sacudirnos del azote al que abocan todos los cisnes negros y, de paso, ofrezca una salida a esta época mísera de mísera avaricia, con grifos que se abrieron y de los cuales bebimos y bebimos sin descanso hasta reventar.
Ahora los culpamos a ellos -¿a quiénes?- porque todavía somos adolescentes, pero esta crisis es culpa mía, y tuya, y de él.

1 comentario:

José L. Solé dijo...

Volverán los oscuros cisnes con sus picos abiertos a gritar... pero aquellos que conducían hacia la evolución, aquellos ¡no volverán!

* De acuerdo en que esta crisis es mía, tuya, y de aquel... de Pedro, María, de Juan y José!