domingo, 30 de diciembre de 2012

érase una vez un pájaro rojo

Me asomo de nuevo, no sé si al abismo o a una simple ventana (uno ya no sabe si su pensamiento vuela o no se alzó jamás del suelo -o lo sabe perfectamente-). Vamos allá: el misterio del Universo se encuentra en un fondo inhóspito donde reina el desconcierto. Habitar ese desconcierto, vivir ese desierto, impávido y con cierta socarronería, es el destino al que uno se entrega si opta por buscar ese misterio. Impávido y socarrón, ¿cómo, si no, vivir en ese deseo sin esperanza?
¡Alto! Alguien dijo que la búsqueda solidifica tarde o temprano en un tesoro que al verse se grita "¡Aleluya!". ¿El misterio del Universo? Bah, palabras, palabras, palabras... Seguimos necesitando cuentos, como cuando éramos niños, pero ya no somos niños.

2 comentarios:

José L. Solé dijo...

¿Hemos desaprendido a volar? ¿Cómo queremos volar si ya no tenemos... valor?

jordi lobo dijo...

Tiene usted razón. Habrá que hacerlo desde la cobardía, primero a ras de suelo, luego puede, quizá, quién sabe... No, no, no. Tiene usted razón.