sábado, 27 de abril de 2013

hay que volver a entrar en Troya

Permitió explorar otros paisajes, aquello que hicimos cuando desencantamos el mundo, y las respuestas se multiplicaron. Y estamos todavía como ausentes, desconcertados ante la bacanal de verdades que cada nuevo día refutan verdades de la víspera. Es posible que nuestro tiempo esté saciado de verdad, empachado, y parece que ya no hay argumentos que faculten volver a encantarlo todo: ya no es posible otra vez un "todo" al que adornar con nuevas genealogías y parentescos.
Así que naufragamos cuando los sucesos se incluían en un relato fantástico como ahora, que se incluyen en otro igual de fantasioso. Y lo único que perdura, y lo único que nos explica y que viene del fondo es la literatura, la que entre todos vamos haciendo, a caballo de eso y de lo otro.

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