lunes, 30 de diciembre de 2013

verdades que son mentira de un isleño de las llanuras

Todo se mueve a mi alrededor, como siempre, pero ahora parece que lo haga a un ritmo loco y nervioso que no consigue firmar un rastro, con lo cual todo se mueve a mi alrededor sin darme cuenta de nada. Desde este pequeño país que ha decidido irse, que ya hace años que se fue, hasta esta humilde entrada, que nace ya enterrada, pasando por el devenir de esta ciudad cada vez más extranjera o el cielo estrellado sobre mí, aunque sobre mí lo que hay es un yeso agrietado y unos ojos de un buey viejo y cansado, nada es lo que era ni ha seguido los escenarios que mi inmensa capacidad de prospección había dibujado.
La coherencia, llegados aquí, me obligaría a una serie de renuncias, por ejemplo a la reflexión, pero, en realidad, tampoco reflexiono tanto... En realidad no reflexiono nada, escribo muy poco y la conversación es un puto monólogo automitificante que ya no quiero oír. Habitante de isla, ¿cómo pretendes, entonces, captar algo de lo que sucede?  

2 comentarios:

José L. Solé dijo...

Supongo que para captar ese movimiento exterior deberías subir al punto más elevado de la isla, desde donde se domina tanto la firme llanura como el horizonte salado y, armado de paciencia, subyugarte en la eterna espera del qué vendrá...

*Dos lunas más y el 14 estará aquí. Buena entrada de año, Sr.Lobo.-

jordi lobo dijo...

Buen año, Sr. Krust, a la espera del qué vendrá, que ya está llegando, y son con las señales de lo ya llegando donde mi incapacidad se manifiesta unánimemente.