miércoles, 25 de junio de 2014

un rayo entre plácidos y unánimes nubarrones

¿Dónde se encuentra la palanca que, de tanto en tanto, activa alguna zona del cerebro para vivir un soplo de lucidez? ¿Dónde está la cápsula iniciadora, dónde percutir, donde accionar para mantenerla activa?
Ese ver preclaro y efímero, ese contacto con el todo o con la nada que detiene el devenir martilleante de los acontecimientos y ofrece, de golpe, un sentido, un relato -o, mejor, el sentido, el relato- que se difumina en cuanto el instante desaparece y vuelves a ser tú... Que se difumina, es decir, que se convierte en palabras sin fuerza suficiente para seducir y embriagar a nuestra experiencia.
Aunque sospecho los riesgos, yo quiero y no puedo ver siempre como veo en esos momentos.

2 comentarios:

José L. Solé dijo...

El riesgo de atravesar la niebla lúcida de las palabras para poder atisbar en el horizonte la locura creativa...

¿Vale la pena correrlo o sería preferible correr hacia atrás? la respuesta es el tormento de existir.-

jordi lobo dijo...

La pregunta con la que usted concluye, Sr. Krust, viene de ese lugar, pero ya se ha cerrado cuando ensayamos alguna respuesta.