viernes, 27 de noviembre de 2015

épica de la derrota cotidiana

Las batallas se suceden y las derrotas se acumulan, más acá de la gran derrota en la atmósfera de la batalla total (quiero decir, de la muerte). Y se impone el grito que se ha gritado desde siempre como ética del combate: resistir, seguir, levantarse, continuar y, a ser posible, como lo haría el  hombre que soñaba Camus, un rebelde, cuando la lógica y la evidencia y la prueba constatan la absurdidad de semejante rebeldía, y esa constatación no provoca lágrimas, ni quejas, ni lamentos, ni búsquedas eternas de consuelo, sino sonrisa, la que se dibuja cuando eres capaz de verte, ahí sentado, creando una música celestial, involuntaria y azarosa, con el sonido que hacen tus dedos al golpear las teclas del portátil, y dándote cuenta de que respiras, de que sigues aquí, de que todavía estás vivo y que de lo que se trata es de seguir dando batalla.

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