viernes, 10 de febrero de 2017

una apuesta cuántica

La literatura conoce los barrotes que la limitan. Es hija de ellos. Quizá su madre. Las letras y las maneras de juntarlas en palabras son las que son, un universo finito y cerrado, o casi; si se expande, lo hace muy lentamente. Y una página es, fue y será siempre una página. Y, sin embargo, el decir es infinito, o casi, como infinito, e imposible y deseado, es el conocimiento de uno mismo. Y es ahí donde nace la literatura, como ciencia y arte de la creación, entre rejas, como medio de comprensión. No una terapia, sino un regocijo; no un desahogo, sino una búsqueda ya fracasada de antemano que, sin embargo, se emprende.  

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