miércoles, 2 de enero de 2008

ditirambo

El escritor también cambia de año, y lo hace con una hoja de laurel dentro de sus calzoncillos -rojos, por supuesto- con tres cuerdas de distintos colores ligadas a su muñeca, a pata coja y dando un saltito hacia atrás. Encantarse con estas cosas le ponen un corazón al azar. El dado caerá de la cara que le toca, inexorablemente, pero hasta que no se pose los inexistentes dioses velarán porque todo gire según los tres deseos escritos en el papelito cobijado bajo el cielo de la boca que completa el ritual arriba mencionado.

3 comentarios:

c@chirula dijo...

jajaja eso de los rituales es muy cierto, todo porq uno quiere q el año q se viene sea mejor q el anterior, nose si servira de algo, peor es de ayuda porq psicologicamnete uno esta predispuesto a q eso ocurra

Anónimo dijo...

Año nuevo y el ritual del filosofo de la calle se muestra con su rostro enigmatico esperando demostrar sus deseos de sabiduria, tanto da si es a pluma como si es en lenguaje oral, el juego del azar de cada año nuevo donde la suerte se aliara con la que el destino promulgue y ahi entra el filosofo, que debe intentar llegar a conocer cual es su destino en los años venideros y hablar con el cara a cara.

Anónimo dijo...

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