martes, 2 de junio de 2009

intromisión

Seguramente ya todo esté dicho. Puede que Homero lo dijera ya todo. Y Cervantes, nuevamente. Y, por qué no, Dostoyesky. Y seguramente sea absurdo intentar volver a decirlo, y querer hacerlo sin el impetus de un gran talento.
En realidad, los que escribimos no queremos decirlo todo, nuevamente y peor. En realidad, queremos decir poca cosa y no queremos decírsela a nadie. Cavamos, con nuestra quebrada voz, en el misterio de lo insondable, sabiendo, por supuesto, que ahí no hay nada, sólo uno mismo.

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