Acaso el desprecio absoluto hacia la cultura del simulacro que nos envuelve y nos conforma se deba, principalmente, a que uno se sabe condición necesaria. Mi boca de cerdo desprecia absolutamente las perlas falsas que compra gustosamente. Es un desprecio a posteriori, que se fragua en la digestión.
Yo busco la sabiduría del paladar, del desprecio a priori. En definitiva, dejar de comulgar con la farsa... yo, el farsante.
lunes, 5 de abril de 2010
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1 comentario:
duro camino el de ir con los ojos abiertos.
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