martes, 31 de agosto de 2010

monocultismo

Nosotros, los que escribimos, sabemos ver y oír la lluvia cuando cae, sin inmutarnos. No necesitamos que la gotas vengan coloreadas de lapislázuli, ni imaginar que son ángeles o demonios llorando la pérdida de la mortalidad que sublima el instante. Vemos y oímos la lluvia mientras tecleamos y tecleamos letras, palabras, frases, puede que una historia.
Otras veces, sin embargo, preferimos estar afuera, mojándonos, desnudos, aullando los sones de la danza de los libros que nacen olvidados, antigua danza a la que sólo rendimos culto nosotros, ditirambo embriagador que evidencia las virtudes del fracaso.

1 comentario:

José L. Solé dijo...

Maldito baile de muertos...