lunes, 7 de febrero de 2011

el púlpito y el fantoche, y sus plumas de pavo real

Escribir siempre fue trazar en un hoja en blanco un nuevo contorno a las sombras desconocidas y anhelantes; un curiosear en esa parte ignota que se nos construye adentro en el contacto abrumador con lo que nos rodea.
El escritor se entrega a traducirse qué es eso que pasa y que le pasa, aunque sólo sea porque no se conforma con la enorme variedad de traducciones que le ofrecen otros, o porque, ya puestos, quiere inventar él mismo un sentido a la estupenda absurdidad que conlleva estar vivo...
A decir verdad, y después de leer la pontificación que he escupido en las líneas precedentes, puede que escribir sólo sea un pasatiempo de gente aburrida que saca a su vanidad de paseo y, por lo tanto, yo un necio que suspira por asombrar con el batir de sus plumas de pavo real. ¡Buahh, qué asco! Y sin embargo...

2 comentarios:

Yela W. dijo...

Y sin embargo que satisfacción tan grande, sea o no un engaño, aunque realmente fuera verdad y todo esto trate de pavonearse es algo que vale la pena.

Un saludo.

Petit dijo...

puede que sea así; supongo que lo será... pero hacerlo da placer, mucho.