lunes, 21 de marzo de 2011

el cielo que me cubre

Moro en el extraño lugar de la trama dormida, de la historia que dejó de contarse. Digo que es extraño porque se está en él a la espera de un Godot que te haga avanzar, una vez has vuelto de nuevo a detenerte sin haber escrito ni tres líneas que luego borrarás. Quieres seguir, pero parece como que no quieras, como si vieras que en el final de esta historia está también tu final como novelista. O puede que sólo sea cuestión de frecuencia, de que ahora la vida te azuza con lides desmadejadas y, en cierto modo, incomprensibles, y que te sea incompatible armonizar lo que sucede fuera con lo que sucede dentro: aquí la historia a medio contarse de un callejón con salida y fuera... fuera la unanimización continua y constante de la estupidez humana, de la que colaboras con fervor casi metafísico.

2 comentarios:

José L. Solé dijo...

Una cuestión de frecuencia, me quedo con ese detalle.
Supongo que lo ideal es sintonizar o modular bien el cielo que te cubre, en su justa medida entre interior y exterior, para que ninguna interferencia te impida avanzar...

Saludos.-

drfloyd dijo...

cuestiones metafisicas nos llevan a creer que la puerta es la que hizo a la llave para evitar al ojo inoportuno en la cerradura.
Otra giro de tuerca: el ojo es la cerradura.