viernes, 24 de agosto de 2012

manual de autoconsciencia tristemente revelador

Sobre el saber hay que saber dos cosas: hay que saber lo que se sabe y, más importante, hay que saber lo que no se sabe. El problema es listar lo que sé -lo que no sé será todo aquello que no aparezca en el listado. Bien, ¿qué sé? Sé que algo sé, no como aquel que sabía que no sabía nada, por ejemplo, que soy mortal. ¿Pero por qué sé que soy mortal si nunca he muerto? Te asemejas a tus semejantes y ellos mueren, ello debería bastarte.
¿Sé algo más? Sí, que todo empuja para que se uniformice el pensamiento, que proliferan múltiples variables de genuflexión dorsal, que el lenguaje ya sólo es una herramienta de excusa y que en todas sus frases se esconden diferentes motivos floridos de un omnipresente y manido "sí, señor", que la servidumbre, sí, es voluntaria y además se liga en un plano impenetrable a la propia mirada.
Joder, entonces... Sí, eres un abanderado de la sumisión.  

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