domingo, 3 de marzo de 2013

catálogo de dictadura perdurable

El regalo que nos hizo la edad avanzada del dictador nos hizo creer en el advenimiento definitivo de la victoria. Y sí, parece que vencimos, o al menos a eso señalaba la ampliación de las fronteras de lo posible. Bebimos hasta emborracharnos con palabras que encabezaban los fundamentos de una emancipación ya para siempre y olvidamos que la literatura no construye mundos, como mucho los presenta, como en un supermercado, y que es necesario el sudor de cada uno para levantarlos y, sobretodo, para mantenerlos, para afianzarlos ante los múltiples enemigos que odian el reflejo transfigurado de su propia insignificancia. 
Y es que ahora hemos descubierto que la dictadura no necesita un dictador; le basta con palabrería, alguna que otra comparsa e, imprescindible, con nosotros, todos nosotros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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