viernes, 16 de marzo de 2007

camino del arjé

Hay que dar libertad a la historia, que sea ella quien guíe. A menudo el escritor se atrabanca, se obceca con un camino embrozado, y lo transita, casi sin aliento. ¿Cómo abandonarlo, si forma la estructura por donde quería guiar su historia? Fácil, rompiendo la estructura y dejándose llevar; que lo lleven las palabras donde ellas quieran.
¡Qué alivio descubrir, entonces, que escribir no es más que engarzar palabras que ya encontrarán su sentido! Lo ya escrito es lo único que cuenta, y eso que entrevemos, que casi ni soñamos, lo que marca el rumbo.
Y nuevamente la imaginación se hace con la victoria.
Y el arte a prescindir de lo obvio.
Y la ciencia a admitir complementariedad en su tarea, la gran tarea, la de explicar al hombre, la de explicarnos.

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