Es la consciencia en el tiempo cuando pasa lo que hace saber que se está vivo. Lo otro es iluminarse, nirvanearse, orientalizarse... huir. Ahora bien, ser consciente del tiempo en ese preciso momento convierte la vida en un saber, en un objeto de pensamiento, lo cual también es una huida.
Por lo tanto, la vida de uno, su efimeridad, se debate entre huida y huida, y de ahí que todo sea desconcierto.
¿Y? Y nada, poca cosa, que a mí escribir me ha enseñado a chupar suavemente ese magma.
miércoles, 8 de julio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Nirvanearse
me encantó
Publicar un comentario