viernes, 14 de mayo de 2010

la farsa perenne

Todavía se me llena la boca con la impostura que quiero ocultar. Unto mi voz en un jabón mieloso para seguir simulando, como si todavía no supiera que es justo lo contrario. Pero acaso uno no pueda desprenderse de ese ligero aura de inmortalidad que otorgan los fastos y los oropeles, acaso no pueda invisibilizarse en el ágora, desprenderse de todo aquello que sabe puede interesar... En el fondo lo que queremos, acaso, es el anonimato conocido, que se diga de nosotros, cuando salimos, ahí va Jordi Lobo, un novelista que quiere ser anónimo.

1 comentario:

José L. Solé dijo...

Coincido con usted en la voluntad de querer ser anónimo, darme solo a conocer a las personas que puedan estimular mi imaginación o las ganas de compartir sin competir. El millón de amigos acabaría abrumándome en un simulacro de felicidad, con lo que prefiero la miel de la discreción, la sensatez, el tacto...

Interesante blog Sr.Lobo. Saludos.-